Lo que somos depende de nosotros, porque en nosotros está el escoger el objetivo que debe dar un sentido a nuestra vida.
De cuántas preocupaciones nos desprendemos cuando decidimos dejar de ser algo para ser alguien.
Hasta que no te valores a ti mismo, no valorarás tu tiempo. Hasta que no valores tu tiempo, no harás nada al respecto.
Sabemos lo que somos pero no lo que podemos llegar a ser.
De querer ser a creer que se es ya, va la distancia de lo trágico a lo cómico.
Amar, dar, perdonar, crear, estas cuatro palabras designan cuatro formas de iniciativa,cuatro formas de inocencia: bajo estas cuatro formas, la conciencia efectúa un movimiento eferente y directo hacia el otro o hacia el objeto, un movimiento sin retorno hacia sí mismo.
El alma que ya no es acosada por la angustia por el futuro ni por la obsesión del pasado, el alma sin fiebre, sin obligaciones, sin impetuosidad, conoce por fin el dulce abandono al presente.
La piedad es una brecha ilegal en el muro de lo implacable, de la implacable legalidad. Al perdonar al culpable, practica en el rigor inflexible del derecho la primera apertura amorosa; inaugura así el nuevo orden de la clemencia y la equidad, que es la iniciación a la gracia.
Toda la esencia del amor figura en aquel primer movimiento espontáneo y gratuito que nunca es algo debido, que no es la contrapartida de nada.
El respeto es algo que se siente hacia los demás; el respeto es pues el intermediario entre el comportamiento vacío de la tolerancia y la positividad gratuita del amor, entre la observancia ceremonial y la caridad.