Los hombres son como los vinos: la edad agría los malos y mejora los buenos.
La superficie más apasionante de la tierra es la del rostro humano.
No debemos buscar, sino encontrar, no debemos juzgar, sino observar y comprender, inspirar y elaborar lo inspirado. Tenemos que sentir nuestra propia esencia integrada y ordenada en el todo. Sólo entonces tendremos relaciones verdaderas con la naturaleza.
Vivimos en una época peligrosa. El ser humano ha aprendido a dominar la naturaleza mucho antes de haber aprendido a dominarse a sí mismo.
El hombre no ha sabido organizar un mundo para sí mismo y es un extraño en el mundo que él mismo ha creado.
Debemos aprender a ver, en los signos de la belleza visible, la belleza todavía mayor, la belleza invisible, la belleza que se manifestará toda la eternidad.
Dios es una palabra de cuatro letras. Utilizar o no una palabra, ¿qué importancia tiene? Hay que vivir en Dios, se rece o no.
La relación no depende de ti ni de mí, sino del misterio entre nosotros. Es la reciprocidad del movimiento de cada cual que sale de sí mismo hacia el otro.
En la medida en que uno ama, la vida es un canto de alegría.
Creo en la vocación de cada uno de nosotros. Nos sentimos atraídos por el camino que nos corresponde. Crear las condiciones para la felicidad consiste en saber lo que nos lleva hacia una situación determinada de la vida. Es así como nuestro ser florecerá.