Hacerse adulto es aprender a vivir en la duda y a desarrollar, mediante la experiencia, su propia filosofía, su propia moral. Evitar el "prêt-à-penser".
Un respeto creciente a la vida favorece una toma de conciencia de la crisis actual y se acompaña con gestos positivos. Asistimos al nacimiento de movimientos de protección de lo vivo, desde los humanos a los animales y las flores silvestres.