La poesía es un territorio que salva de la intemperie.
Prosigue, poeta, prosigue siempre hasta el fondo de la noche, con tu voz abierta y libre convéncenos una vez más de que gocemos; por la cultura del poema haz de la maldición una viña canta el fracaso del hombre en un éxtasis de dolor; en los desiertos del corazón que surja la fuente salvadora; en la prisión de sus días enseña la alabanza al hombre libre.
No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira: podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía.
Al contacto del amor todo el mundo se vuelve poeta.
La poesía no quiere adeptos, quiere amantes.
Únicamente nos ayuda aquel que nos hace comprender que las cosas pierden para nosotros su valor ficticio y su poder tiránico, tan pronto como llegamos a libertar de ellas nuestro espíritu.
La diferencia entre lo sutil y lo vulgar no está más que en tu ignorancia.
Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la esperanza en los hombres.
No es el martillo el que deja perfectos los guijarros, sino el agua con su danza y su canción.
Agradece a la llama su luz, pero no olvides el pie del candil que, constante y paciente, la sostiene en la sombra.