El arte de ser sabio es el arte de reconocer lo que debemos pasar por alto.
El sabio no es el hombre que proporciona las respuestas verdaderas, sino el que plantea las verdaderas preguntas.
El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea para reparar el daño.
Hay la misma diferencia entre un sabio y un ignorante que entre un hombre vivo y un cadáver.
El hombre sabio, incluso cuando calla dice más que el necio hablando.
Un hombre nunca debe avergonzarse de sus equivocaciones, que no es más que decir que es más sabio hoy que ayer.
Ojalá vivas todos los días de tu vida.
Apolo, el dios de la medicina, solía enviar las enfermedades. En el principio, los dos oficios eran uno solo, y sigue siendo así.
Los mejores médicos del mundo son: el doctor dieta, el doctor reposo y el doctor alegría.
Nada es constante en este mundo sino la inconstancia.