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Fácil es alegrarse en la prosperidad, pero verdaderamente es varonil el hombre que sonríe ante el infortunio. Hay gentes que padecen tres clases de tribulación; la que tuvieron, la que tienen y la que esperan tener.
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Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón.
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Cuando nos invade la pena, un día dura tanto como tres otoños.
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El hombre desdichado busca un consuelo en la amalgama de su pena con la pena de otro.
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Suavizar las penas de los otros es olvidar las propias.