Nuestra felicidad se hace a veces con las cosas que desdeñamos.
Todas las familias felices se parecen entre si, las infelices son desgracias en su propia manera.
La falsa felicidad vuelve duros y soberbios a los hombres, y no se comunica a otros. La felicidad verdadera los torna dulces y sensibles, y halla siempre manera de hacer nuevos participantes de ella.
Es menester, en cuanto esto sea posible, que fundamentéis la felicidad en vosotros mismos, y que encontréis en vuestro ser el equivalente de los bienes que la fortuna os ha rehusado.
Si nos bastase con ser felices, pronto lo conseguiríamos; pero queremos ser más felices que los demás, y ello es muy difícil, tanto más cuanto que consideramos a aquéllos mucho más felices de lo que en realidad son.
Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor.
Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo, sino que primero has de evocar en los hombres el anhelo del mar libre y ancho.
Di a cada uno: tienes razón. Porque tiene razón. Pero condúcelos más alto en su montaña; pues el esfuerzo de escalar, que rehusarían por ellos mismos, exige tanto de los músculos como del corazón... ¿Cómo conocerán los hombres sus actos si no han escalado trabajosamente la montaña, en soledad, para transmutarse en silencio?.
Un montón de piedras dejan de ser simplemente un montón de piedras, en el momento en que un solo hombre las contempla dibujando dentro de sí la imagen de una catedral.
El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe a dónde va.