Los viajes sirven para conocer las costumbres de los distintos pueblos y para despojarse del prejuicio de que sólo en la propia patria se puede vivir de la manera a que uno está acostumbrado.
Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.
Un viaje de mil millas comienza con el primer paso.
Un viajero sabio nunca desprecia su propio país.
El viaje de aventurarse a amar, a querer, a arriesgarse, es el viaje que más vale y el que menos vemos
Yo honro con el nombre de la virtud a la costumbre de realizar acciones penosas y útiles de los démas.
La soledad es necesaria para gozar de nuestro propio corazón y para amar; pero para triunfar en la vida es preciso dar algo de nuestra vida al mayor número posible de gentes.
Para pasar por hombre amable basta con narrar bien y con no hablar nunca de sí mismo.
Una señal del nuevo amor es que todos los placeres y todos los sinsabores que pueden producir las demás pasiones y cualesquiera otras actividades del hombre dejan instantáneamente de afectarle.
Cuando vuestra amante se convierta en vuestra amiga íntima, os procurará otros placeres; los placeres de la vejez. Como una flor que después de haber sido rosa por la mañana, en la estación de las flores, se torna fruto delicioso a la tarde, cuando ya ha pasado la sazón de las rosas.