El mérito para los snobs es hacer siempre descubrimientos. Así han llegado al dadaísmo, al cubismo y a otras estupideces semejantes.
Sorprendernos por algo es el primer paso de la mente hacia el descubrimiento.
Ninguna cosa despierta tanto el bullicio del pueblo como la novedad.
El que se pierde es el que encuentra las nuevas sendas.
En algún sitio algo increíble espera ser descubierto.
Tal como un hombre inteligente no teme parecerle tonto a otro hombre inteligente, el hombre elegante no tendrá miedo de que su elegancia pase inadvertida al gran señor, sino al patán. Las tres cuartas partes de los alardes de ingenio y mentiras vanidosas que los hombres han prodigado, rebajándose, desde que el mundo es mundo, iban dirigidas a inferiores.
La sabiduría no nos es dada; debemos descubrirla por nosotros mismos tras un viaje que nadie puede evitarnos ni recorrer por nosotros.
El único viaje de verdad, el único baño de juventud, no sería ir hacia nuevos paisajes, sino tener otros ojos, ver el universo con los ojos de otro. De cien otros, ver los cien universos que cada uno de ellos ve, que cada uno de ellos es.
El instinto dicta el deber y la inteligencia da pretextos para eludirlo.
A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas.