Nadie llegará muy lejos a menos que no haga lo imposible como mínimo una vez al día.
El deseo de lo imposible es una enfermedad de la inteligencia.
Cuando considerado todo lo posible no alcanzamos una solución, entonces sólo tenemos un camino, considerar lo imposible: romper las reglas.
Como no sabían que era imposible lo hicieron.
La única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo imposible.
Esta es la primera época que ha prestado mucha atención al futuro, lo cual no deja de ser irónico, ya que tal vez no tengamos ninguno.
Puede que nuestro papel en este planeta no sea alabar a Dios sino crearlo.
Qué inapropiado llamar Tierra a este planeta, cuando es evidente que debería llamarse Océano.
El futuro no es ya lo que solía ser.