Las bases indispensables de la sociedad son el ocio y el lujo.
Las razas laboriosas encuentran una gran molestia en soportar la ociosidad.
El sabio uso del ocio es un producto de la civilización y de la educación.
La pereza viaja tan lento que la pobreza no tarda en alcanzarla.
Es siempre a costa del propio reposo que se intenta turbar el ajeno.
El hambre espía en la casa de los pobres, pero si la habitan personas trabajadoras, no se atreve a entrar.
El camino hacía la riqueza depende fundamentalmente de dos palabras: trabajo y ahorro.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Sólo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores.
Un padre es un tesoro, un hermano es un consuelo: un amigo es ambos.