Harto de todos aquellos que vienen con palabras, palabras pero no lenguaje, partí hacia la isla cubierta de nieve. Lo indomable no tiene palabras. Sus páginas blancas se desperdigan en todas las direcciones. Me encuentro con unas huellas de patas de ciervo en la nieve, nada de palabras, sino un lenguaje.
Nadie debe viajar hasta que no haya aprendido el idioma del país que visita. De lo contrario se convierte voluntariamente en un bebé, tan indefenso y ridículo.