Conviene reír sin esperar a ser dichoso, no sea que nos sorprenda la muerte sin haber reído.
No hay día más perdido que aquel en que no hemos reído.
Los sabios se ríen del mundo sin odio y sin amargura.
Quien suele llorar profusamente, también es capaz de reír con intensidad al instante siguiente.
Si es posible, debe hacerse reír hasta a los muertos.
El hombre que no puede admirar nada, y que de ordinario no se maravilla de nada prosternándose en muda adoración..., es como unos lentes sin ojos detrás.
La mejor característica de un libro es que provoque reacciones en el lector y le empuje a actuar.
La esencia del humorismo es la sensibilidad, una simpatía cálida y tierna hacia todas las formas de la existencia.
De nada le sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos.
La educación y la cortesía abren todas las puertas.