Conviene reír sin esperar a ser dichoso, no sea que nos sorprenda la muerte sin haber reído.
No hay día más perdido que aquel en que no hemos reído.
Los sabios se ríen del mundo sin odio y sin amargura.
Quien suele llorar profusamente, también es capaz de reír con intensidad al instante siguiente.
Es mucho lo que una risa encierra. Ella es la clave con la que desciframos al hombre.
La ciencia instrumental o de las máquinas, es nobilísima, y útil más que todas las otras; por su mediación todos los cuerpos animados, capaces de movimiento, realizan sus operaciones. Esos movimientos nacen del centro de gravedad colocado entre pesos desiguales, y estos cuerpos poseen pobreza o riqueza de músculos, palancas y contracontrapalancas.
La proporción entre la obra humana y la naturaleza es la misma que media entre el hombre y dios.
La pintura es una poesía que se ve sin oírla; y la poesía es una pintura que se oye y no se ve; son, pues, estas dos poesías o, si lo prefieres, dos pinturas, que utilizan dos sentidos diferentes para llegar a nuestra inteligencia. Porque si una y otra son pintura, pasarán al común sentido a través del sentido más noble que es el ojo; y si una y otra son poesía, habrán de pasar por el sentido menos noble, es decir, el oído.
El ojo recibe de la belleza pintada el mismo placer que de la belleza real.
¿No ves tú que, entre las humanas bellezas, un bellísimo rostro detiene a los transeúntes mejor que las riquezas que lo encuadran?