Por bien que uno hable, si habla en demasía acabará diciendo alguna necedad.
Quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz.
Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar toda duda.
Despacito y buena letra: el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas.
Hablar con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo; que toda afectación es mala.
Caer no es peligroso ni vergonzoso, pero permanecer arrodillado es ambas cosas.
Todos vivimos bajo el mismo cielo, pero ninguno tiene el mismo horizonte.
Hay algo que Dios ha hecho mal. A todo le puso límites menos a la tontería.
La suerte es una flecha lanzada que hace blanco en el que menos la espera.
No hace falta defender siempre la misma opinión porque nadie puede impedir volverse más sabio.