El hombre que se mantiene en el justo medio lleva el nombre de sobrio y moderado.
Es bueno acostumbrarse a la fatiga y a la carrera, pero no hay que forzar la marcha.
Igual virtud es moderarse en el gozo que moderarse en el dolor.
Un hombre desenfrenado no puede inspirar afecto; es insociable y cierra la puerta a la amistad.
Para la diplomacia una cuestión aplazada ya está resuelta.
La belleza vale más que cualquier carta de recomendación.
Las virtudes más grandes son aquellas que más utilidad reportan a otras personas.
Nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta.
La felicidad reside en el ocio del espíritu.
El hombre es por naturaleza un animal político.