Saber envejecer es la obra maestra de la cordura y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir.
La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo.
Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
¡Envejece conmigo! Lo mejor está aún por llegar.
Muchas personas no cumplen los ochenta porque intentan durante demasiado tiempo quedarse en los cuarenta.
Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde.
Si comienza uno con certezas, terminará con dudas; mas si se acepta empezar con dudas, llegará a terminar con certezas.
Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonándolo, se muestra superior a él.
No hay cosa que haga más daño a una nación como el que la gente astuta pase por inteligente.
Algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos.