Saber envejecer es la obra maestra de la cordura y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir.
Vieja madera para arder, viejo vino para beber, viejos amigos en quien confiar, y viejos autores para leer.
La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo.
Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
Muchas personas no cumplen los ochenta porque intentan durante demasiado tiempo quedarse en los cuarenta.
El que oye música, siente que su soledad se puebla de repente.
Cuando un hombre está ocupado, piensa en el reposo con delectación; pero apenas descansa, enseguida siente la necesidad de estar ocupado.
El que escucha música siente que su soledad, de repente, se puebla.
Ama un solo día y el mundo habrá cambiado.
La culpa la tiene sólo el tiempo. Todos los hombres se tornan buenos, pero ¡tan despacio!