Antiguamente, cuando las fortunas se hacían en la guerra, la guerra era un negocio; ahora que las fortunas se hacen en los negocios, los negocios son una guerra.
El que quiera prosperar en sus negocios hágalos por sí mismo, y si quiere que todo le salga mal, no tiene más que confiarlos a manos ajenas.
Si el vino perjudica tus negocios, deja tus negocios.
He aquí una regla fundamental en los negocios: házselo a los demás, puesto que ellos te lo harán a ti.
No podemos negociar con aquéllos que dicen, «lo que es mío es mío y lo que es tuyo es negociable».
Para amasar una fortuna no se requiere ingenio, lo que es preciso es carecer de delicadeza