Todo error deja una enseñanza, toda enseñanza deja una experiencia y toda experiencia deja una huella.
Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas.
Las enseñanzas orales deben acomodarse a los hábitos de los oyentes.
Para enseñar a los demás, primero has de hacer tú algo muy duro: has de enderezarte a ti mismo.
Los años enseñan muchas cosas que los días jamás llegan a conocer.
La ilusión no es más ni menos que una agradable aberración de la esperanza.
El amor más fuerte y más puro no es el que sube desde la impresión, sino el que desciende desde la admiración.
La esperanza es un árbol en flor que se balancea dulcemente al soplo de las ilusiones.
Por muy poderosa que se vea el arma de la belleza, desgraciada la mujer que sólo a este recurso debe el triunfo alcanzado sobre un hombre.
Nada hay tan poético y grandioso que el amor entre dos personas que jamás han hablado de amor.