Dicen que me burlo de todo y me río de todo, porque me burlo de ellos y me río de ellos, y ellos creen serlo todo.
La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar.
Reírse de todo es propio de tontos, pero no reírse de nada lo es de estúpidos.
La esencia del humorismo es la sensibilidad, una simpatía cálida y tierna hacia todas las formas de la existencia.
Cualquiera que se tome demasiado en serio corre el riesgo de parecer ridículo. No ocurre lo mismo con quien siempre es capaz de reírse de sí mismo.
No ha habido nunca un gran poeta que no fuera al propio tiempo un profundo filósofo.
He aquí un buen criterio para medir al genio: observad si progresa o sólo da vueltas sobre sí mismo.
Para la mayoría de los hombres, la experiencia es como las luces de popa de un barco, que iluminan sólo el camino que queda a la espalda.
La fantasía no es otra cosa que un modo de memoria emancipado del orden del tiempo.