A todo hombre le es concedido conocerse a sí mismo y meditar sabiamente.
Pensar es como vivir dos veces.
El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho.
Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber.
Lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos es el océano.
Vivir para los demás no es solamente una ley de deber, sino también ley de felicidad.
Sólo los buenos sentimientos pueden unirnos; nunca el interés forjó uniones de larga duración.
El amor como principio, el orden como base, el progreso como fin.
Una mujer sin ternura es una monstruosidad social de la naturaleza; más aún que un hombre sin valor.
Mucho más que los intereses es el orgullo quien nos divide.