Sucede con los hábitos arraigados que siguen en pie aun después de haber desaparecido las necesidades que los formaron.
Es bueno saber algo sobre las costumbres de diferentes pueblos, para juzgar las nuestras de una forma más sana, y no pensar que todo aquello que va contra nuestra manera de actuar sea ridículo y contra razón, como acostumbran a hacer los que no han visto nada.
Los malos hábitos es más fácil romperlos que enmendarlos.
Las costumbres del que nos habla nos convencen más que sus razonamientos.
La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose.
Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma.
En realidad las cosas verdaderamente difíciles son todo lo que la gente cree poder hacer a cada momento.
Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha, al mismo tiempo, fue el no aceptar las cosas como me eran dadas.
Después de los cuarenta años la verdadera cara la tenemos en la nuca, mirando desesperadamente para atrás.