Saber envejecer es la obra maestra de la cordura y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir.
Vieja madera para arder, viejo vino para beber, viejos amigos en quien confiar, y viejos autores para leer.
La edad madura es aquella en la que todavía se es joven, pero con mucho más esfuerzo.
Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
¡Envejece conmigo! Lo mejor está aún por llegar.
El problema de la juventud de hoy es que ya no forma uno parte de ella.
La única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco.
El que quiere interesar a los demás tiene que provocarlos.
En lugar de tratar de usar obstinadamente surrealismo con fines de subversión, hay que tratar de hacer algo de surrealismo como sólido, completo y clásico como las obras de los museos
La belleza aterradora y comestible de la arquitectura Art Nouveau