El que es prudente es moderado; el que es moderado es constante; el que es constante es imperturbable; el que es imperturbable vive sin tristeza; el que vive sin tristeza es feliz; luego el prudente es feliz.
No hables mal del puente hasta haber cruzado el río.
Nadie prueba la profundidad del río con ambos pies.
El hombre prudente no está dispuesto a someterse a ninguna responsabilidad que su deber no le imponga.
No des la felicidad de muchos años por el riesgo de una hora.
En cuanto a la lógica, sus silogismos más bien sirven para explicar a otros las cosas ya sabidas, que para aprender.
Dos cosas contribuyen a avanzar: ir más deprisa que los otros o ir por el buen camino.
Hay una pasión superior a todas y es la satisfacción interior por el bien que hacemos a los otros.
A menudo es preferible una falsa alegría a una tristeza cuya causa es verdadera.
Las almas grandes son capaces tanto de los mayores vicios como de las más excelsas virtudes.