No pudiendo cambiar los hombres, se cambian sin tregua las instituciones.
La ley es inexorable, como los perros: no ladra más que al que va mal vestido.
La ley suprema es el bien del pueblo.
La multitud de leyes frecuentemente presta excusas a los vicios.
Muchas veces las leyes son como las telarañas: los insectos pequeños quedan prendidos en ellas; los grandes la rompen.
Cuando los hombres son puros, las leyes son inútiles. Cuando los hombres son corruptos, las leyes son rotas.
La sabiduría de los sabios y la experiencia de los siglos pueden condensarse con las citas.
Nunca discutas. Si en sociedad alguna persona difiere de tu modo de pensar, cambia de conversación.
La magia del primer amor consiste en nuestra ignorancia de que pueda tener fin.
Lo mejor que podemos hacer por otro no es sólo compartir con él nuestras riquezas, sino mostrarle las suyas.