Los que no tienen hijos ignoran muchos placeres, pero también se evitan muchos dolores.
Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros.
Sólo dos legados duraderos podemos dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas.
A quien Dios no le dio hijos, el diablo le dio sobrinos.
No le evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas.
A una madre se la quiere siempre con igual cariño y a cualquier edad se es niño cuando una madre se muere.
Saber sufrir y tener el alma recia y curtida es lo que importa saber; la ciencia del padecer, es la ciencia de la vida.
El encanto de las rosas es que siendo tan hermosas no conocen que lo son