La era igualitaria es el triunfo de la mediocridad. Es desagradable, pero inevitable, y constituye una venganza del pasado. La humanidad, después de haberse constituido sobre la base de las diferencias individuales, se organiza ahora sobre la de sus semejanzas.
El único Estado estable es aquel en que todos los ciudadanos son iguales ante la ley.
La igualdad tal vez sea un derecho, pero no hay poder humano que alcance jamás a convertirla en hecho.
En cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior a él.
Es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos.
Uno no puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no ha comido bien.
El amor es una ilusión, una historia que una construye en su mente, consciente todo el tiempo de que no es verdad, y por eso pone cuidado en no destruir la ilusión.
Los ojos de los demás son nuestras cárceles, sus pensamientos nuestras jaulas.
No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.
Sin seguridad en uno mismo somos como bebés en la cuna