Las enemistades ocultas y silenciosas son peores que las abiertas y declaradas.
Enemigo no es aquel que tienes delante con una espada en la mano, sino aquel que está a tu lado escondiendo un puñal en la espalda.
Creer que un enemigo débil no puede dañarnos es creer que una chispa no puede causar un incendio.
El enemigo sólo empieza a ser temible cuando empieza a tener razón.
Nosotros mismos somos nuestro peor enemigo. Nada puede destruir a la Humanidad, excepto la Humanidad misma.
Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas.
Todo lo desconocido se supone maravilloso.
De lejos es mayor el respeto.
Cuando gozamos de salud, fácilmente damos buenos consejos a los enfermos.
En un espíritu corrompido no cabe el honor.