Un estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por una buena ley.
Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otro sin su consentimiento.
Los gobiernos pasan, las sociedades mueren, la policía es eterna.
Gobernar no consiste en solucionar problemas, sino en hacer callar a los que los provocan.
No hace falta un gobierno perfecto; se necesita uno que sea práctico.
El poder es como un explosivo: o se maneja con cuidado, o estalla.
La buena didáctica es aquella que deja que el pensamiento del otro no se interrumpa y que le permite, sin notarlo, ir tomando buena dirección.
Todos tenemos nuestra casa, que es el hogar privado; y la ciudad, que es el hogar público.
Bendito sea el caos, porque es síntoma de libertad.
La política ha dejado de ser una política de ideales para convertirse en una política de programas.