No escuchar al que nos habla, no sólo es falta de cortesía, sino también menosprecio. Atiende siempre al que te hable; en el trato social nada hay tan productivo como la limosna de la atención.
Lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa.
Del escuchar procede la sabiduría, y del hablar el arrepentimiento.
Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar.
Algunos oyen con las orejas, algunos con el estómago, algunos con el bolsillo y algunos no oyen en absoluto.
Cualquier guerra entre europeos es una guerra civil.
Se dice que en el término medio está la virtud; lo más probable es que en el término medio se encuentre el tedio
Allí donde se había soñado en compañía, resucitan dos soledades
No hay en el mundo peor bancarrota que la del hombre que ha perdido el entusiasmo
Soñar es dormir con láminas intercaladas en el texto