No escuchar al que nos habla, no sólo es falta de cortesía, sino también menosprecio. Atiende siempre al que te hable; en el trato social nada hay tan productivo como la limosna de la atención.
Lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa.
Del escuchar procede la sabiduría, y del hablar el arrepentimiento.
Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar.
Algunos oyen con las orejas, algunos con el estómago, algunos con el bolsillo y algunos no oyen en absoluto.
La mayor parte de los fracasos nos vienen por querer adelantar la hora de los éxitos.
Te odio con el odio de la ilusión marchita.
Si eres orgulloso conviene que ames la soledad; los orgullosos siempre se quedan solos.
Busca dentro de ti la solución de todos los problemas, hasta aquellos que creas más exteriores y materiales.
El cuerpo no es más que un medio de volverse temporalmente visible. Todo nacimiento es una aparición.