La era igualitaria es el triunfo de la mediocridad. Es desagradable, pero inevitable, y constituye una venganza del pasado. La humanidad, después de haberse constituido sobre la base de las diferencias individuales, se organiza ahora sobre la de sus semejanzas.
El único Estado estable es aquel en que todos los ciudadanos son iguales ante la ley.
La igualdad tal vez sea un derecho, pero no hay poder humano que alcance jamás a convertirla en hecho.
En cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior a él.
Es preferible el bien de muchos a la opulencia de pocos.
El amor más puro y más fuerte no es el que sube desde la impresión, sino el que desciende desde la admiración.
No se queje de la crítica. Si es falsa, no haga caso pero no se enfade. Si es fruto de la ignorancia, ríase; si está justificada, no es crítica: aprenda de ella.
Un hombre es sabio mientras busca la sabiduría; si llega a creer que la ha encontrado, se convierte en idiota.
El ambicioso es un esclavo de lo que desea, el hombre libre es el que no desea nada.
Nos envejece más la cobardía que el tiempo, los años sólo arrugan la piel, pero el miedo arruga el alma.