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No es lo que vivimos lo que forja nuestro destino, sino lo que sentimos por lo que vivimos.
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El hombre es el verdadero creador de su destino. Cuando no está convencido de ello, no es nada en la vida. No labra uno su destino; lo soporta.
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Los días no adquieren sabor hasta que uno escapa a la obligación de tener un destino.
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Luchar contra nuestro destino sería un combate como el del manojo de espigas que quisiera resistirse a la hoz.
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En los muros del tiempo trabajamos todos como arquitectos de nuestro propio destino. Que cada ocasión sea una gran ocasión, porque no sabéis cuándo el destino os favorecerá.