Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que en mi juventud me deslumbraba. Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba de la gloria en las flores, no hay que afligirse. Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo.
A menudo cuesta toda una vida librarse de ciertos recuerdos, por muy irrelevantes que sean.
Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse, antes al contrario, la hacen más profunda.
Ella no te necesita. Tiene tu recuerdo, que vale más que tú.
Si busco en mis recuerdos los que me han dejado un sabor duradero, si hago balance de las horas que han valido la pena, siempre me encuentro con aquellas que no me procuraron ninguna fortuna.
El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto.
Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos.
Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera.
Para mí, la belleza es la maravilla de las maravillas. Sólo los superficiales no juzgan por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible.
Cuando los vicios nos dejan, nos envanecemos con la creencia de que los hemos dejado.