Una triple bendición son nuestros amigos: vienen, se quedan y se van.
El amigo debe ser como la sangre, que acude a la herida sin esperar que lo llamen.
Si quieres hallar en cualquier lado amistad, dulzura y poesía, llévalas contigo.
De ningun bien se goza en la posesión, sin un compañero.
En la prosperidad nuestros amigos nos conocen; en la adversidad los conocemos a ellos.
Amar es arriesgarse a que no le quieran. Esperar es arriesgarse a sentir dolor. Intentar es arriesgarse a fracasar. Pero hay que arriesgarse. Porque lo más peligroso en esta vida es no arriesgar nada.
Con mucha frecuencia subestimamos el poder de un mimo, una sonrisa, una palabra amable, un oído atento, un cumplido sincero o el más pequeño acto de consideración, cosas todas que encierran en sí el potencial de cambiar completamente una vida.
La vida y el amor que creamos es la vida y el amor que vivimos