No es lo que vivimos lo que forja nuestro destino, sino lo que sentimos por lo que vivimos.
El hombre es el verdadero creador de su destino. Cuando no está convencido de ello, no es nada en la vida. No labra uno su destino; lo soporta.
Los días no adquieren sabor hasta que uno escapa a la obligación de tener un destino.
Luchar contra nuestro destino sería un combate como el del manojo de espigas que quisiera resistirse a la hoz.
En los muros del tiempo trabajamos todos como arquitectos de nuestro propio destino. Que cada ocasión sea una gran ocasión, porque no sabéis cuándo el destino os favorecerá.
El amor más puro y más fuerte no es el que sube desde la impresión, sino el que desciende desde la admiración.
No se queje de la crítica. Si es falsa, no haga caso pero no se enfade. Si es fruto de la ignorancia, ríase; si está justificada, no es crítica: aprenda de ella.
Un hombre es sabio mientras busca la sabiduría; si llega a creer que la ha encontrado, se convierte en idiota.
El ambicioso es un esclavo de lo que desea, el hombre libre es el que no desea nada.
Nos envejece más la cobardía que el tiempo, los años sólo arrugan la piel, pero el miedo arruga el alma.