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No es lo que vivimos lo que forja nuestro destino, sino lo que sentimos por lo que vivimos.
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El hombre es el verdadero creador de su destino. Cuando no está convencido de ello, no es nada en la vida. No labra uno su destino; lo soporta.
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Los días no adquieren sabor hasta que uno escapa a la obligación de tener un destino.
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Luchar contra nuestro destino sería un combate como el del manojo de espigas que quisiera resistirse a la hoz.
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Abandónate al destino y adáptate a las circunstancias, pues lo que está escrito no se borra porque tú quieras. Si sabes que nada puedes hacer contra tu destino, ¿Por qué te produce ansiedad la incertidumbre del mañana? Si no eres tonto, goza del momento presente.