En la verdad que mece mis canas leo el rastro de mis equivocaciones y sé que la mayor de todas - también la más buscada - fue la de vivir con prisas y con el alma resignada.
Si no tienes fuerza para imponer tus propias condiciones a la vida, debes aceptar las que ella te ofrece.
Es tan absurdo pretender que un hombre no puede amar siempre a la misma mujer, como pretender que un buen violinista no puede tocar siempre el mismo instrumento.
La mujer es la reina del mundo y la esclava de un deseo.
Elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos.
La elegancia no consiste tanto en el traje como en el modo de llevarlo.
No existen grandes talentos sin gran voluntad.