Nuestra felicidad se hace a veces con las cosas que desdeñamos.
Todas las familias felices se parecen entre si, las infelices son desgracias en su propia manera.
La falsa felicidad vuelve duros y soberbios a los hombres, y no se comunica a otros. La felicidad verdadera los torna dulces y sensibles, y halla siempre manera de hacer nuevos participantes de ella.
Es menester, en cuanto esto sea posible, que fundamentéis la felicidad en vosotros mismos, y que encontréis en vuestro ser el equivalente de los bienes que la fortuna os ha rehusado.
Si nos bastase con ser felices, pronto lo conseguiríamos; pero queremos ser más felices que los demás, y ello es muy difícil, tanto más cuanto que consideramos a aquéllos mucho más felices de lo que en realidad son.
Algo absurdo, sí, pero este absurdo tiene una boca preciosa y sonríe.
Con todas mis ideas y necedades podré fundar muy pronto una sociedad anónima para la difusión de ilusiones hermosas, pero nada fiables.
Un hombre no se siente orgulloso de las alegrías y del placer. En el fondo lo único que da orgullo y alegría al espíritu son los esfuerzos superados con bravura y los sufrimientos soportados con paciencia.
Contra mi corazón desearía, estrechar fuerte lo más espantoso, es la angustia mi anhelo, es el dolor.
Desde que me he abandonado al tiempo siento vivir algo en mí, tibia, maravillosa tranquilidad. Desde que bromeo sin parar con los días, con las horas, se acoplan mis quejas. Y he sido aliviado del lastre de mis culpas, que me dañan, a través de una palabra no florecida: tiempo es tiempo, que quiere trasnocharse, que siempre me encuentra como obediente ser humano, a mí, en el viejo sitio.