Hace uno bien en alabarse a sí mismo, cuando no encuentra otro apologista.
No se debe contar nunca con la aprobación de los hombres; hoy erigen arcos de triunfo, y mañana condenan al destierro a la misma persona y por idénticos motivos.
A ninguna mujer le gusta escuchar el elogio de otra mujer; en tales casos se reservan su opinión con el fin de agriar un poco la alabanza.
La alabanza tanto es buena cuanto es bueno el que la dice, y tanto es mala cuanto es vicioso y malo el que alaba.
Si tanto me alaban, será por alabarse a sí mismos, pues al alabarme dan a entender que me comprenden.