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Hace uno bien en alabarse a sí mismo, cuando no encuentra otro apologista.
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La alabanza inmerecida es una sátira disfrazada.
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A ninguna mujer le gusta escuchar el elogio de otra mujer; en tales casos se reservan su opinión con el fin de agriar un poco la alabanza.
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La alabanza tanto es buena cuanto es bueno el que la dice, y tanto es mala cuanto es vicioso y malo el que alaba.
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Si tanto me alaban, será por alabarse a sí mismos, pues al alabarme dan a entender que me comprenden.