Un estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por una buena ley.
Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otro sin su consentimiento.
Los gobiernos pasan, las sociedades mueren, la policía es eterna.
No hace falta un gobierno perfecto; se necesita uno que sea práctico.
Un estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por unas buenas leyes.
El dictador más difícil de odiar es uno mismo
La malicia de las buenas personas es peligrosísima
El poder desgasta, sobre todo cuando no se tiene
Lo leemos en los Evangelios: cuando a Jesucristo le preguntan qué es la verdad, él nunca contesta