Escribir es un oficio que se aprende escribiendo.
El escritor es un hombre sorprendido. El amor es motivo de sorpresa y el humor, un pararrayos vital.
En ocasiones pienso que el premio de quienes escribimos duerme, tímido y virginal, en el confuso corazón del lector más lejano.
Para escribir un buen libro no considero imprescindible conocer París ni haber leído el Quijote. Cervantes cuando lo escribió, aún no lo había leído.
Cuando lo hayas encontrado, anótalo.
La incompetencia es tanto más dañina cuanto mayor sea el poder del incompetente.
Nada debe turbar la ecuanimidad del ánimo; hasta nuestra pasión, hasta nuestros arrebatos deben ser medidos y ponderados.
La libertad no es una fruta al alcance de todas las manos