La patria del escritor es su lengua.
Escribir es un oficio que se aprende escribiendo.
El escritor es un hombre sorprendido. El amor es motivo de sorpresa y el humor, un pararrayos vital.
En ocasiones pienso que el premio de quienes escribimos duerme, tímido y virginal, en el confuso corazón del lector más lejano.
Cuando lo hayas encontrado, anótalo.
Escribir para niños es un don, como la poesía, que no está al alcance de cualquiera.
Para el que no tiene nada, la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad.
Al palpar la cercanía de la muerte, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales.
No existe la felicidad. A lo largo de la vida hay briznas de dicha que se deshacen como pompas de jabón.
La máquina ha venido a calentar el estómago del hombre pero ha enfriado su corazón.