No aceptes nunca como verdadera una cosa si no lo es para ti evidentemente. O sea: evita la precipitación.

De todas maneras, raras veces se equivocará el que se pone como deber primero quitarle un sufrimiento al más débil para cargarlo sobre sí mismo.

Lo mejor es darles a los demás un papel agradable en la vida, para que lo representen bien.

De nada le sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos.

Uno de los grandes secretos del trato con los hombres consiste, para los inteligentes, en fingir menos inteligencia de la que tienen, y para los tontos en fingir más. Pero ambas cosas son harto difíciles.

Únicamente nos ayuda aquel que nos hace comprender que las cosas pierden para nosotros su valor ficticio y su poder tiránico, tan pronto como llegamos a libertar de ellas nuestro espíritu.

Todas las cosas adquieren importancia para mi en cuanto me doy cuenta de que existen.

Siempre en nuestra vida hay algo que desearíamos no haber hecho. Pero ya está hecho. Y lo único que podemos hacer es sacar de este error las consecuencias más favorables.

La persona que no se interesa por sus semejantes es la que tiene mayores dificultades en la vida y causa las mayores heridas en los demás. De esos individuos surgen todos los fracasos humanos.

Cuando nos acordamos de algunas personas que hemos amado no hacemos, a veces, la diferencia entre lo que ellas fueron para nosotros y lo que nosotros habíamos querido que fueran.