Un estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por una buena ley.
Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otro sin su consentimiento.
Los gobiernos pasan, las sociedades mueren, la policía es eterna.
Gobernar no consiste en solucionar problemas, sino en hacer callar a los que los provocan.
No hace falta un gobierno perfecto; se necesita uno que sea práctico.
El artista es mediocre cuando razona en vez de sentir.
El hombre que pretende obrar guiado exclusivamente por la razón está condenado a obrar muy raramente.
El hombre es el verdadero creador de su destino. Cuando no está convencido de ello, no es nada en la vida. No labra uno su destino; lo soporta.
La audacia sin juicio es peligrosa, y el juicio sin audacia, inútil.
Los proverbios son los ecos de la experiencia de un pueblo y corresponden al pensamiento íntimo de cada uno.